Este lunes, Chile conmemoró el 50 aniversario del golpe de Estado que dio paso a una sangrienta dictadura militar con una ceremonia en el palacio de gobierno de La Moneda a la que asistieron varios líderes regionales. El régimen militar liderado por el general Augusto Pinochet (1973-1990) asesinó a 3.200 personas, de las cuales 1.469 desaparecieron. Medio siglo después, 297 represores han sido condenados y 1.300 juicios por violaciones de los derechos humanos siguen abiertos.
El golpe en Chile fue un duro revés para quienes habían apoyado al gobierno de la Unidad Popular, que coincidió con el surgimiento de una nueva conciencia política desafiada por la violencia represiva de los opositores de Allende y sus cómplices internacionales. Para las fuerzas progresistas occidentales y no occidentales, Chile se convirtió pronto en un bastión de la democracia y en una señal de alarma sobre los riesgos a los que se exponían las democracias en una fase histórica de transformación del orden económico mundial. El Tribunal Russell II sobre Dictaduras en América Latina (1974-76) fue pionero en la denuncia de crímenes contra la humanidad extendidos a gran escala por todo el continente que, en el caso chileno, esos asumieron aún más claramente forma de violación de la libre elección de un pueblo para autodeterminarse políticamente y económicamente. El fin de la «vía chilena al socialismo» marcó el lento declive de la izquierda mundial y el triunfo del liberalismo destinado a extenderse globalmente, cuyos daños humanos, sociales, económicos, políticos y medioambientales cuantificamos hoy.
Esta conmemoración se celebra en un momento de polarización política entre el partido gobernante y la oposición de derecha, por el desacuerdo sobre el papel desempeñado por cada uno en el golpe. La herida del golpe aún no está marginada: no recordar y procesar el pasado ha fragilizado evidentemente a Chile, que desde los años 90 ha vuelto a la democracia con un pacto de silencio que ha vinculado a los militares de la dictadura a la fase histórica de la «transición».
Las conmemoraciones del golpe de Estado chileno que se celebran en estos días deben hacernos reflexionar sobre el pasado y el presente y, en palabras de Luciana Castellina, «sobre lo verdaderamente infrecuente, es decir, global, que es la memoria de la humanidad, en un tiempo que se llama precisamente así».
La conferencia organizada por el Institut des Amériques y las ciudades de Grenoble y Lyon va en este sentido. Pretende explorar la historia de los países del Cono Sur del 18 al 20 de septiembre de 2023, para una reflexión global y supranacional sobre la represión y las respuestas a la misma por parte de la comunidad de exiliados. Comparando y contrastando los dos procesos resultantes del exilio y la resistencia cultural, el objetivo de la conferencia es comprender mejor las particularidades y similitudes entre resistencia y creación, para recordar en la medida de lo posible y vincular los trágicos acontecimientos de hace cincuenta años con las dictaduras silenciosas e ignoradas de hoy.