La resolución sobre la situación en Gaza adoptada por una mayoría del 86% de sus miembros por la Asociación Internacional de Estudiosos del Genocidio (IAGS) el 31 de agosto de 2025 adquiere especial importancia en un momento en el que se produce una coincidencia entre lo inenarrable de horrores que desafían cualquier definición penal del derecho internacional y la postura de la comunidad internacional y los dirigentes de sus instituciones, que hacen alarde de debates sobre la idoneidad del término «genocidio».
El documento es, de hecho, rigurosamente técnico y neutral: enumera y califica puntualmente, con sus definiciones, los hechos referidos a partir del 7 de octubre de 2023, evitando cualquier elemento de distracción (como la connotación estrictamente político-ideológica del «terrorismo») y haciendo visibles y reconocibles todos aquellos hechos que pueden y deben ser considerados como crímenes, más allá de toda duda razonable, en términos de responsabilidad por su comisión u omisión. La secuencia creciente de gravedad y la copresencia de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, limpieza étnica y genocidio se asocian puntualmente a sujetos, causas, instrumentos y enunciados precisos de naturaleza exclusivamente fáctica.
Más allá de cualquier consideración o contextualización política, la situación en Gaza emerge como un verdadero escenario ejemplar, desde el punto de vista jurídico, de genocidio, por la extensión y gravedad de los datos, las pruebas contextuales y las actitudes personales.
En este sentido, también es importante citar y utilizar todo lo que se ha producido y publicado sobre esta cuestión por parte de organismos internacionales, ONG y medios de comunicación israelíes, como documentación para confirmar y apoyar el dictamen, no como su componente estructural. La resolucióm estrictamente «jurídica» certifica con su autoridad que los análisis, indagaciones, valoraciones y hechos, que han entrado en el circuito informativo mundial, coinciden en la formulación de un juicio absolutamente coherente y transversal a los más diversos Estados sobre la política genocida de Israel y sus dirigentes militares y civiles.
Un detalle muy importante: se excluye explícitamente cualquier utilización de Hamás como justificación del comportamiento de Israel. Es la vida, la cultura y la historia del pueblo palestino el objeto específico del genocidio.
Coherente con sus objetivos técnicos, tomados como criterio exclusivo de referencia, la resolución del IASG concluye con una petición de intervención de los órganos ad hoc, de acuerdo con las disposiciones del derecho internacional, empezando por los tribunales internacionales que ya hubieran formulado sus sentencias.
Y es quizás en esta misma conclusión donde el documento «técnico» indica más explícitamente su sentido más profundo: en efecto, denuncia la capacidad y la persistencia de la mentira programada de la política de la actual sociedad de Estados respecto a su precisa tarea de utilizar el derecho como instrumento al servicio de la vida de las personas, y no como excusa para dejar intactos a los poderes responsables, y confiar la vida y la identidad presente-futura de un pueblo a la consumación de su genocidio.
En este sentido, la formulación técnica de la definición del «crimen que nunca debe volver a repetirse» tenía como principal objetivo su prevención. Por el contrario, el crimen se ha repetido de forma más que ejemplar: todos somos espectadores y testigos, e incluso su responsabilidad es inimaginable: la impunidad de las potencias fuertes es la regla. La constatación técnica es muy clara: es la identidad humana de la sociedad internacional de Estados la que ha sido y está siendo enterrada, expulsada, negada, y no hay previsión alguna para su recuperación, en las ruinas de Gaza (las líneas del informe dedicadas a las víctimas sin número, de niños sobre todo, que «habitan» para siempre las ruinas y la tierra de Gaza son de las que al menos dejan transpirar emoción bajo la objetividad de la denuncia).
Una noticia no es el lugar ni el instrumento para comentar lo que está ocurriendo. La Secretaría General del TPP hace tiempo que formuló su opinión. Sin embargo, forma parte de la noticia constatar que la fecha de publicación del informe del IASG coincide con la fecha de salida de la Flotilla Global Samud de Barcelona y Génova. No se sabe qué será de ella. Pero ya es, de la manera más clara, una sentencia no sólo de «nunca más», sino del futuro de los pueblos. Como ya había ocurrido con el movimiento pacifista, que se opuso a la legalización de la guerra a principios de este siglo, las plazas de todo el mundo reafirman hoy que el derecho a la vida y a la dignidad de Gaza coincide con su derecho, y que los gobiernos conniventes y callados son corresponsables con el de Netanyahu y Trump.
Sólo cabe esperar que la legalidad del IASG contribuya a concretar las muchas palabras que sustituyen política y civilización por Gaza, y que la libertad y creatividad del IASG sean germen y símbolo de cómo el pueblo palestino puede convertirse en laboratorio de un derecho que tenga como medida de legitimidad la vida y la identidad de los pueblos.
Gianni Tognoni, Segretario general
